viernes, 17 de febrero de 2017

Las cosas que yo más quiero,
que no son cosas,
son perseguidas por el Estado.

Ver amanecer en la Alameda,
junto a vosotras
siempre vosotras,
mientras hablamos de revoluciones
las nuestras
instantáneas
mientras  furgonas nos rodean
ahora que vivir es pecar
y pecar es vivir.
 Pedalear en contramano
a contracorriente
embotada de sentimientos
aislada
obviando sus prisas
entendiendo mis pausas.
 Decorar sus paredes
para hacerlas mías.
Decorar sus paredes
para romper,
para irrumpir,
para llenar con vida la monotonía.
 Expropiar,
okupar,
al final de todo
o tan solo al principio,
recuperar espacios
[crecimiento colectivo]
porque la justicia histórica,
que ya no es justa,
grita que nos los robaron,
que los arrancaron de nuestras entrañas
transformándolos en sus bancos,
en mataderos
[realidades silenciadas],
en centros comerciales
[bombardeo incesante de complejos].
Es por eso que cuando vengo
otras voy,
cuando os encuentro,
me reencuentro
[vuestras historias, cuidados compartidos, saneamientos en manada]
haciendo las paces con mi cuerpo
por tantas lesiones ocasionadas
cicatrices invisibles,
invisibilizadas,
que por fin,
al fin,
me siento algo más completa,
porque aún siendo sola en compañía
nos complementamos,
camufladas por un espacio que no nos limita
sino que nos invita
a crecer fuera de sus barreras.
En el punto de mira ya no estamos nosotras,
nos apropiamos de sus armas,
les dimos la vuelta a aquellas oxidadas pistolas
y ahora apuntamos a nuestro próximo objetivo:
las calles,
que también son nuestras.
[Disparo]

 Las cosas que yo  más quiero,
que no son cosas,
son perseguidas por el Estado.

 La represión  llama
a nuestros corazones,
recaen sobre nuestros cuerpos desnudos
y aunque montamos barricadas en cada entrada
se cuelan por entre nuestras flaquezas.
Este estado de resistencia,
de defensa
tan constante
sin dar cabida al respiro,
nos va minando
[dinamitando]
poco a poco
desde dentro.
De sopetón encarceladas.
Llamadas esperadas, asimiladas
no por eso ansiadas
rompen con la cotidianidad,
y yo
que fui parida entre chillidos y llantos
como no sentirme rota.
Como no sentirme rota
con cada pulso perdido
con cada secuestro
con cada muerte prematura
por esos muros silenciadas.


 Las cosas que yo más quiero,
que no son cosas,
son perseguidas por el Estado.

 Ayer,
cansadas de resistir
pasamos a la ofensiva.
 Hoy,
nos revolucionamos como queremos,
porque permitir,
no nos lo permiten.
 Mañana,
nos llamarán locas
y nosotras
nos consideraremos vivas.

No hay comentarios:

Publicar un comentario