sábado, 14 de octubre de 2017

Reincidente

Las páginas mojadas han secado las costumbres
y siendo hoja caduca
carece de sentido perecer aquí en tu umbral.
Las dudas me asaltan
al compás con el que la frustración toma
pistola en mano 
los huecos que no ocupas.
El marcapasos ya no llega ni a las rimas,
que lo libertario se reafirma en nuestros versos.
Se tiñen las palabras del óxido de las anclas
y me temo que nada más me ata a la realidad;
que el delirio es la inconsciencia que  conduce irrevocablemente al llanto,
allí donde lo triste torna añil
y un saxofonista toca blues.
Y los conceptos no son más que las abstracciones
que tu mente inconformista creó para que yo me recreara en la poesía.
Renegué de la escritura
en la última carta sin remitente,
sin dirección,
sin más obligación que la de perecer
como cada hoja caduca
bajo el suelo
o a tus pies.
Pero volvemos a las viejas costumbres
por mucha lluvia que cale en nuestros cimientos,
vuelvo a escribirme
por no perder el habla.
Vuelvo a quedar,
encerrada en mi habitación
alegando a la justicia
un poco más de tiempo
que me repito en los tropiezos por las prisas que me traen.
Denle un poco de paz al espacio
y la calma
vendrá secundando al segundo.