domingo, 3 de junio de 2018

El fin es lo inevitable,
es el aplauso en el teatro.
El final es el domingo
el fin los lunes a las siete de la mañana.
El fin es el:
"Cariño
esto hace tiempo que se ha terminado y nosotros ya solo estamos adornando la historia con algo de drama improvisado que jamás llegará a las
PANTALLAS     DE        SUS       MEJORES    CINES"
El fin es la hipérbola que se mira en el espejo
y no encuentra sus límites.
No se reconoce.
El fin es la ausencia de un yo eterno.
Es el debate
mal estructurado
maltratado
por tantos años hablándonos a gritos.
El fin está en el ídolo
y ese
es el problema.
El fin es la coincidencia demoledora de haberme enamorado de ti
la levedad de tu ser
la inmortalidad de una foto en el recuerdo
y el que nadie entienda de quién hablo,
que da lo mismo si es un Dios
o es el Diablo
que al maniqueísmo lo han llamado para formar parte del orden del día.
El fin es la escritura
el pensamiento de lo abstracto
la falta de palabras
el mirarte y no poder decirte nada.
El fin jamás debió de ser el amor libre
lo siento
tuve miedo.

Y todo esto
 ¿con qué finalidad?

El fin y el principio
son dos viejas amigas
a las que aún les une el alcoholismo.
Se llaman todos
los viernes noche
y cuando el vino hace el efecto
aprovechan
la indeterminación del momento
para decirse todas las verdades.
Luego lloran
se abrazan
y no saben dónde caerse muertas.
Pero el fin
no está en la tumba
eso
es el final.