Berlín,
una ciudad que sobrevivió a mil bombazos por segundo
y aún tuvo tiempo de lanzar un grito al aire.
Dividida
por una difusa historia
que se perdió
entre tanto muerto y desaparecido.
Que no supo a quien señalar,
llamar culpable
para librarse de ese gran peso
que ya comenzaba a desviar su columna.
Sin caer,
ni tropezar.
Sin darse cuenta
de que en su seno albergaba a ambos bandos.
Libertad y represión
deambulando
sin saber a quién pertenecer.
Pues cuando se vieron las caras
levantaron ñas metrallas hacia todas las direcciones.
Berlín
una historia inconclusa
que supura aún por unas puntadas temblorosas
[el miedo jamás abandona un cuerpo].
Y estamos volviendo a tropezar:
déjà vu
pan negro
cada día.
Un retorno
al lugar
del que nunca pudimos escapar.
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