jueves, 6 de abril de 2017

No queda memoria

Lloré
por cada recuerdo que olvidé,
y aún más
por los que ni si quiera había olvidado;
escabullidos por todos los desagües existentes
de aquella impetuosa ciudad.

Trastocaron mi memoria
a base de golpe seco
y palabras tiernas.

Pero ayer volvió:
el olor a hierba húmeda,
a Rocío,
con nombre propio.

El vaivén de las olas
lo hizo navegar hasta mi orilla.

Me convertí
en la náufraga
de mi propia fantasía.

Pero yo no me llamo Alicia
y los conejos blancos
aún quedan muy lejos de la mar.

¿Qué sobrevive
de realidad
en mis recuerdos?

Sin respuestas.
Las puertas se van cerrando
y las cortinas se corren
porque no queremos ver lo que hay afuera.
"Mama que así tampoco dejas entrar el sol".

Pero qué puedo decir yo,
si siempre fue la niña pequeña
de aguas dulces y con olor a cloro.

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